Una particular vara de medir la situación de un equipo es la cantidad de puntos que ha ganado no mereciéndolos. O la de puntos que ha perdido sí mereciéndolos. Otra manera podría ser observando la reacción ante un golpe inesperado. Y este año no se ha ganado ni un punto habiendo sido peor que el rival.
30′ para machacarlos. 0-2 y pa casa. No dudemos que en la 2011/2012 este partido se gana de dos o de tres. Cosas del fútbol. Y de la puta vida. Estas mierdas pasan cuando estás con el agua al cuello. Le robas a Luis Enrique la posesión, te la gozas, lo estás pasando bien. A partir de Oriol los mediapuntas pasan a jugar de cara, gal de Emiliano Daniel. Poca ventaja para unos catedráticos en liarla petarda.
Centrito y Lolo para dentro. El Celta empieza a juntar pases, asientan posesiones, aceptamos la sumisión y que llegue el descanso. La película ha cambiado. Ellos tocan cosas, pero tampoco se lo acaban de creer. Algún día habría que diferenciar ofensivo de tener mucho rato el balón. No se requiere esfuerzo extra del goalkeeper y tufo a Buen Empate. Se dice que los cambios tarde y eso (la historia de los últimos catorce años). Oier al verde, que le aplaudan y a percutir un ratico. Queda el regusto a que no nos atrevimos, pero que no se olvide el palo que hubiera supuesto acabar la jornada con catorce puntos. Cuando se llevan dos temporadas tan duras como éstas, es muy difícil arriesgar un punto casi seguro.
El Rey Azteca asoma en un enero para valientes, cabalgata con un nuevo Baltasar, y con maletas ya hechas para que alguno se vuelva a casa. Por Navidad.