Javi Gracia ha construido un Osasuna que ha arrancado las raíces con el pasado, despojándolo de los vicios de siempre, sin memoria histórica. Primero fue empezar el año sumando tres, ahora llega la victoria por y para la calma. ¿Qué será lo próximo? ¿Que nuestra fuente principal de puntos nos sea El Sadar? “Estamos trabajando en ello” parece decir el equipo.
Partido para pillar, definitivamente, la buena ola, la media de puntos que no exija jugadores para la Leyenda en mayo. En frente, un equipo de atar o de encerrar. Todos locos. Estábamos entrando aún en nuestras páginas de confianza en busca de linkitos decentes, cuando de una conducción muy exterior de Marc; ya hasta intenta influir por dentro, salió un balón al centro del área, donde el histérico Betis es aún más vulnerable. Roberto, que si algo tiene es el ojo inyectado en sangre, no dejó pasar tan grossa chance para batir a Andersen. Minuto uno. Si el señor Torres no acaba segundo máximo goleador de la plantilla, algo estaremos haciendo mal entre todos. Osasuna, cómodo, mandón sin balón, sin miedo a mantenerse en campo propio para salir rápido, bien, y forzar lo que fuera. De las Cuevas recibía, lanzaba o arrancaba, siempre con recompensa. Mucho más equipo Osasuna en el once para once, pese a Leo Baptistao. En una de éstas, a Nono se le notaron las luces, y decidió que con una amarilla merecía la pena sacar el brazo a pasear, viaje a Riera, piñata con premio y el partido para 0-4. Primera parte de equipo serio, de remangarse, y aprovecharse de un rival agónico. Cuánta profesionalidad.
Luego ya El Kaos. Inanalizable segunda parte, Garrido con defensa de tres, latifundios, histeria colectiva, las masas saltando de los balcones, miedo a acertar, Jordi Figueras omnipotente. A partir del 1-2 la sensación de asfixia era tal que cada despeje rojo era una asistencia para que algún bético sacara el centro. Había campo abierto y piernas, fallaron las sinapsis. Se luchó contra la historia, contra las canciones del lugar, pero la genética es poderosa, amigos. «Si nos relajamos somos muy malos» no es una cita de Nelson Mandela, pero lo dijo un hombre.
Observen la reacción del chaval, y del padre, al gol en propia de Jordi Figueras. Algo fallaba ahí.